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25 de julio de 2011

La tierra, la escuela y la casa en el universo paralelo

Tags: Cuba, universo paralelo, debate social, agricultura, educación, vivienda

En el Universo Paralelo del que hablo de vez en cuando consiguieron mi dirección de correos y me mandaron otra actualización. Ahora me cuentan que ellos también tuvieron situaciones parecidas a las nuestras en el asunto de las tierras improductivas, las educación y la vivienda, y cómo las abordaron.
 
Lo primero fue que no esperaron tanto tiempo. Sí, porque ellos parece que se toman en serio eso de resolver los problemas sin esperar que pasen años y años y quinquenios y décadas; los funcionarios se sienten obligados a pedir disculpas cuando no resuelven los problemas, y a mantener una contabilidad del daño producido a la sociedad por la no solución pronta de los nudos –vaya, que practican eso de representar y servir a la gente. Allá, como aquí, había un dirigente que recalcaba que los campesinos  independientes producían las dos terceras partes del alimento, con menos de la cuarta parte de la superficie supuestamente cultivada y demás recursos agrícolas; en vez de dejar al hombre predicando en el desierto durante 20  o 30 años e insistir todo ese tiempo en el discurso de la conciencia, la disciplina y el control, tiraron más tempranamente el equivalente a nuestro Decreto 259, repartiendo la tierra improductiva entre los que verdaderamente tenían la voluntad y capacidad de desbrozar el marabú y meterse en el surco para hacerlo parir. De paso fueron un poco más integrales, pues le garantizaron al productor un mercado de aperos y demás insumos necesarios a precios, no subsidiados pero sí bastante menos exorbitantes que los de acá. Finalmente, cogieron el toro de la comercialización por los cuernos, desintegrando su equivalente a nuestra estructura de Acopio que dejaba, como la nuestra, perderse cada cosecha un poquito grande, y la sustituyeron por mecanismos autónomos, que combinaron elementos públicos –fiscalizados por el Estado pero evaluados por la Sociedad Civil– y privados, de manera que unos y otros aportan sus mejores ventajas a la hora de ejecutar con eficiencia una tarea, y promover el beneficio del consumidor.
 
De esta manera, capearon mucho mejor que nosotros las sucesivas crisis que también caen en los sistemas estelares distantes. Con el aumento de la producción alimentaria local, casi se autoabastecieron en la mayoría de los renglones, y no necesitaron hacer desembolsos millonarios en la importación de productos obtenibles localmente. Los recursos que no se perdieron por esa vía, pudieron emplearse en el desarrollo económico y social, con énfasis en la educación.
 
En particular, atendieron a los maestros. Aunque se adquirió un número de medios audiovisuales, a nadie se le ocurrió que pudieran sustituir a los docentes. A éstos los remuneraron mejor, y se les ofrecieron otras recompensas como facilidades de reservas hoteleras –estas, sí subsidiadas–, círculos sociales recreativos, acceso a disfrute de espectáculos culturales, etc. El Sindicato de los educadores tenía un papel activo e iba gestionando las distintas variantes, atendiendo las indicaciones de los niveles inferiores, que no descuidaron tampoco el atender necesidades básicas de viviendas, salubridad... De esta forma, los mejores educandos de cada generación se sentían atraídos loo suficiente como para aportar una fracción significativa al relevo laboral, y no aparecieron problemas demasiado agudos de falta de maestros. Trabajando con más sentido común y mirando el bien de la nación, se busca continuamente la manera de elevar la calidad y el rigor en la enseñanza. Los exámenes, que no se han dejado de aplicar nunca, muestran que no todos los muchachos y muchachas le ponen el mismo ahínco al estudio, y decantan inexorablemente los caminos que siguen según el esfuerzo invertido de cada uno. No se cayó en el idealismo de que todos fueran a la Universidad, ni priorizar en esta las carreras de Humanidades. Hermosas e importantes como estas resultan, creen los habitantes de aquel Universo que se desarrollarán mejor en un ambiente con una base productiva asegurada con suficientes obreros, técnicos y especialistas de las ciencias exactas.
 
Y por último, me contaron que en aquel lejano sistema solar no aplicaron todos esos controles a las viviendas de las personas (o los derogaron poco después de verificar su inoperatividad), que generaron otras tantas ilegalidades y sobornos a los incontrolables oficiales de la Vivienda. Las personas administraron la propiedad de su inmueble como mejor les pareció, con la única salvedad de cuando se involucraban menores u otras personas dependientes, caso en que la fiscalía local corría de oficio con el deber de asegurar que no salieran perjudicados. Esto no resolvió de por sí las tensiones e insatisfacciones, pero canalizó un número de alivios y soluciones de la manera más sencilla y expedita, a la vez que el Estado recaudó una suma no desdeñable en impuestos sobre las transacciones y se ahorró los salarios de los chupasangres de las oficinas de Vivienda.
 
Las cosas de ese Universo Paralelo, ciencia ficción pura.

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