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13 de abril de 2014

Arriba las manos, esto es un atraco (II)

En la segunda parte de esta diatriba, voy a abordar otro soberbio atraco que madura el Estado cubano contra sus trabajadores. Este está relacionado con la actividad en la llamada Zona Franca del Mariel.

 

En la Zona Franca del Mariel (ZFM), el gobierno cubano planea establecer un mega puerto y una planta industrial abierta a las inversiones de los empresarios extranjeros. Para ser competitivos en el área caribeña, el gobierno cubano ha establecido las condiciones más amables que ha podido concebir. Los inversores tendrán bajos impuestos, períodos prolongados de gracia fiscal, facilidades de repatriación de ganancias, etcétera. Uno se preguntaría, ¿dónde está la ganancia, entonces, para el Estado cubano?

 

Una nota en Cubadebate, aparecida hará un par de días, me esclareció esta duda. Se vuelve a manifestar otro principio del marxismo, relativo a la obtención de ganancias en base a la explotación. La ganancia está, como siempre, en apretarles los tornillos a los asalariados tan duro como sea posible.

 

El que ha estado al tanto del asunto habrá notado la obligatoriedad, para las empresas que vengan a instalarse en la ZFM, de dejarse suministrar la mano de obra por una agencia empleadora del Estado cubano. Esta agencia recibirá, del empresario extranjero, una suma en términos del salario de los trabajadores que se establezca en el contrato. Esta cifra se determinará en base al salario promedio de la región, en moneda libremente convertible, por supuesto.

 

Ahora bien, para pagarle el salario al trabajador, primero se le descontará un porciento no exorbitante, casi comprensible, por gastos de representación y gestión. Digo casi, porque no conozco a nadie que haya pedido los servicios de esta agencia. Pero el quid no está ahí. Si después de este descuento queda, digamos, un 80% de la suma del salario del trabajador, la agencia retribuirá a este en el llamado peso cubano, el no convertible, con una tasa aplicada de conversión de 10x1. Para los no enterados, la tasa oficial es de 24x1.

 

O sea, que si usted va a un banco cubano con 10 dólares o 10 pesos convertibles, aproximadamente equivalentes, los puede cambiar por 24x10 = 240 pesos cubanos. Ahora, si el patrón de la ZFM le paga a la agencia empleadora esos mismos 10 dólares por su salario, ya descontado el impuesto, la agencia le dará al trabajador solamente 10x10 = 100 pesos cubanos. El gobierno cubano se queda con los otros 14 dólares o 140 pesos cubanos, o sea, el 58% del salario del trabajador –sin contar el impuesto inicial que mencionamos unas líneas más arriba.

 

Conocido esto, se comprende dónde reside la ganancia para el gobierno cubano. Como no tiene los arrestos para tratar a la inversión extranjera con la dignidad requerida, como le tiene que regalar el país a los extranjeros a cambio de algunas magras inyecciones financieras, entonces se vira para la fuente de ganancias que siempre han sabido los capitalistas explotar mejor: el sudor del trabajador. Mediante esta nueva y monumental estafa, la ganancia que no le pueden sacar a Odebrecht, a Lenovo y a cuanto nuevo dueño chino o brasileño o de donde sea que venga, se la van a sacar a Liborio y a Liboria.

 

Es verdad que al peso convertible le queda poco tiempo de vida, según los indicios que acá se han dado. Eso no constituirá ningún problema para la burocracia oficial nuestra, tengan la certeza, que ya encontrará la manera de perpetrar, en alianza con los capitalistas del mundo, esta “revolucionaria” explotación de la clase trabajadora cubana.

 

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